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sábado, 15 de diciembre de 2012

UN CLIENTE CABREADO

Los carteros nos encontramos con cosas y situaciones sorprendentes.
El trato diario con la gente nos lleva a vivir situaciones de lo más inesperado. Y esto es lo que le pasó a uno de mis compañeros.
Todos sabéis que, cuando el cartero llama a vuestra puerta y os dice que os trae un certificado, la mayoría de las veces os ponéis a temblar, el corazón os late a cien por hora e inmediatamente empezáis a romperos el coco pensando en qué cosa tendréis por pagar. Porque casi siempre se trata de algún pago.
Pero cuando el cartero os informa de que aquello se trata de una notificación de tránsito... ahí es cuando ya se os cae... todo, al suelo, y empezáis a pensar: ¿Dónde me habrán puesto la multa?
Y la rabia que dan, oye, que la mayoría de veces son por ir a 90 por hora estando limitado a 80... ¡Menuda velocidad! Pasas más rato con los ojos puestos en la aguja del cuentakilómetros para que no pase de la velocidad permitida, que prestando atención a la carretera...
Pero es lo que hay. La gente se cabrea mucho, cuando les llevas una multa, pero los carteros no tenemos la culpa, y es lo que yo a veces les digo(sólo si hay confianza, claro): "No era yo la que conducía y pisaba el acelerador..."
Pues un cliente de mi compañero, cuando éste le llevó una multa, se cabreó tanto que se la comió. Si, si, literalmente se la comió.
Cuando mi compañero nos lo explicó, no nos lo podíamos creer. ¿Cómo se va a comer nadie aquel trozo de papel?(y hay algunas multas que traen mucho papel, porque traen foto incorporada)?
Esto fue lo que nos contó:
"Llegué a la casa del cliente, pregunté por fulano, y cuando salió le informé de que le traía una notificación de tránsito. Que por cierto, no era la primera que recibía aquella semana. Durante los últimos días le habré llevado diez o doce... El caso es que cuando me vio en la puerta, con aquel papel que ya sabía de que se trataba, empezó a montar en cólera. Me firmó los documentos que debía firmar con gran desgana y, en cuanto le tendí la carta, me la arrebató de las manos, se la llevó a la boca, y empezó a arrancarle mordiscos hasta tenerla toda en la boca..."
Primero pensamos que se trataba de una broma, pero nos aseguró que no, que de verdad, un cliente cabreado se había comido una multa...
Lo que no supo aclararnos fue si llegó tragar los trozos de papel o los escupió...
"No me quedé allí para comprobarlo... Por si luego arremetía conmigo..."
En fin, que yo sabía que hay gente rara por el mundo, pero ¿capaz de comerse un papel por cabreo?


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