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domingo, 2 de diciembre de 2012

EL CARTERO EN NAVIDAD

Se acerca la Navidad, una bonita época para los carteros.
Aumenta el trabajo, pero también aumenta la alegría y el placer de saber que llevamos muestras de cariño, felicitaciones y regalos.
En estos días aumenta considerablemente el volumen de objetos, tanto de cartas y tarjetas postales como de paquetes de todos los tamaños.
Y es en estos días cuando nos encontramos con las situaciones más curiosas.
Por ejemplo, el familiar del pueblo, que quiere felicitar la Navidad a su família, pero... no recuerda su dirección exacta. ¡Claro! Desde que se puso de moda la llamada telefónica en lugar de aquella cariñosa y emotiva carta que se escribía a vuelta de correo, y se podía leer y releer las veces que se quisiera...
Los familiares y amigos que tenemos esparcidos por el mundo, ya no recuerdan ni nuestra dirección...
¿Y qué hacen para asegurarse de que su felicitación va a llegar a nuestras manos? Pues en el espacio reservado para la dirección, aportan todos los datos que pueden.
Nos hemos encontrado con cosas tan sorprendentes como, un señor que no recordaba el número exacto de la casa de sus parientes, y escribió:
"calle tal, no recuerdo el número, pero es la casa del fondo a la derecha, la de las puertas de color verde..."
Con estas indicaciones, casi siempre solemos conseguir identificar al destinatario de la carta.
El problema surge cuando aquel señor hace muchos años que no viene a ver a su familia, la calle ha crecido y las puertas han cambiado de color...
En estos casos es cuando echamos mano de nuestra vena de investigadores. Primero preguntamos a los vecinos por si alguien reconoce al destinatario, y si nadie le reconoce, tratamos de hacer memoria, por si recordamos nosotros mismos quien puede ser esta persona, preguntamos a nuestros compañeros, por si se hubiera mudado a otra zona y alguien lo conociera, y en la mayoría de las ocasiones acabamos encontrando a la persona.
La verdad es que duele mucho tener que devolver a origen una felicitación de Navidad por no llegar a encontrar al destinatario.
Al menos a mí me duele. Siempre me imagino lo mal que me sentaría a mí misma que alguna de mis felicitaciones de navidad no pudieran llegar a su destino...
Otra cosa con la que nos encontramos en estas fechas es con el considerable aumento de paquetes y paquetitos. Y el nerviosismo de la gente que los está esperando. ¡Normal! Suelen ser regalos.
"Cartero, cartero... Estoy esperando un paquete que me han mandado del pueblo..."
"No se preocupe, que en cuanto llegue se lo traigo..."
Y lo mejor de todo, la cara de alegría y satisfacción cuando lo reciben. Sobretodo si se trata de personas mayores, que aun tienen al correo como aquel entrañable medio de comunicación que en fechas señaladas como estas les une un poco más con los familiares lejanos...
Por duros que sean los tiempos, por mal que nos vayan las cosas, no debemos perder la ilusión.
Y no es nada difícil hacer feliz a la gente en cosas tan sencillas como ayudarles a mantener viva la ilusión, la magia y la fantasía de la Navidad...

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