EL ROBO DE LA MOTO DEL CARTERO

Todos sabemos que en los tiempos que corren han aumentado considerablemente los robos, tanto en las casas y propiedades como directamente a las personas.
Pero lo que no hubiera sospechado jamás es que alguien se atreviera a robar una moto de Correos. Y cuando digo una moto, me refiero al vehículo entero, con todo su contenido.
¡Hay que estar zumbado, para hacer una cosa así! ¡Será que una moto de Correos no da el cante!
Para los que no sepan cómo funciona esto de repartir en moto, voy a aclarar un par de cosas.
Los carteros que repartimos en moto, no sólo la utilizamos para desplazarnos, la mayoría de las veces, la moto se convierte en nuestra herramienta de trabajo. Una vez en nuestra zona de reparto, o bien cogemos las cartas de toda una calle y la repartimos andando, o lo que solemos hacer bastante es parar delante de los edificios o las casas, cogemos las cartas del edificio frente el que nos hemos detenido, dejamos las cartas en los buzones, volvemos a la moto, avanzamos un poco más y así sucesivamente.
Y esto es lo que hizo aquel día mi compañero. Lo mismo que hacía día tras día desde hacía muchos años.
Pero aquel día, las cosas no fueron como siempre.
Mi compañero se detuvo frente a una casa, cogió las cartas, las metió en el buzón y... Visto y no visto, sólo tuvo tiempo de ver cómo alguien arrancaba la moto y salía de allí a toda velocidad.
Sí, las llaves estaban en el contacto... Pero cuando lo único que hacemos es bajar de la moto sólo unos segundos, el tiempo justo para dejar las cartas en el buzón, no solemos sacar las llaves del contacto. Solo paramos el motor.
Y todo por intentar arañar esos pocos segundos que luego nos faltan para poder acabar todo el reparto...
Jamás había pasado nada, hasta aquel día. Lo cierto es que a casi todos nos han robado objetos del carrito, o del cajón de la moto, si no lo hemos cerrado correctamente. Pero de eso a que nos roben la moto...
Mi compañero no pudo hacer nada para impedirlo. Le persiguió durante un buen trecho, y el ladrón no dudó ni un instante en circular en dirección prohibida para alejarse de allí lo antes posible.
Durante unas cuantas semanas no hubo manera de localizar la moto. Y eso que, una moto amarilla, con un gran cajón detrás, no es que pase desapercibida, que digamos.
Pasaron un par de meses hasta que, un buen día, en un control rutinario en una carretera local, la policía dio el alto a un motorista. Lo hacen muy a menudo. Suelen controlar que, sobretodo los conductores de motos de pequeña cilindrada, tengan todos los papeles en regla.
¡Y cual no sería la sorpresa de aquel policía cuando comprobó que aquella era la moto que había sido robada al cartero! Tuneada, claro...
Le habían quitado el cajón de detrás y la habían pintado de negro con un spray  La verdad es que, vista de lejos, daba el pego... Pero de cerca... El tuneo dejaba mucho que desear.
Es patético que nunca podamos estar tranquilos. Pero desde aquel día, nadie deja las llaves en el contacto. Ni que sea por un segundo...