En mi trabajo como cartera, me encuentro con las anécdotas más curiosas. Incidentes con perros, con buzones, con el tránsito... Y cómo no, con las personas.
Esto que voy a contaros no me sucedió a mí directamente, pero creo que es una curiosidad digna de ser mencionada.
Todos sabéis, supongo, que cuando llega el cartero a vuestra casa con algún objeto que requiere vuestra firma o que no cabe en el buzón, llama, y si nadie le abre la puerta, os deja un aviso de llegada en el buzón. Sí hombre, ese papelito con la franja amarilla, donde se os avisa que podéis pasar por vuestra oficina de Correos para recoger el objeto en cuestión.
Bien. Pues esto es lo que le sucedió a un compañero mio.
El objeto a entregar era una notificación para pagar la cuota del cementerio, a nombre de "fulanito".
Mi compañero llegó a la casa, llamó, nadie le abrió, y dejó el aviso de llegada para que "fulanito" pudiera recoger la notificación en la oficina.
Hasta ahí, todo normal. Pero...
Dos días más tarde, apareció el mismo aviso de llegada en uno de esos buzones amarillos de la calle, con otro papelito adherido en el que se había escrito la siguiente nota:
"¿Cómo voy a pasar a recogerlo, si estoy descansando en el cementerio? La notificación se la dais a San Pedro..."
Todos entendimos que "fulanito" estaba muerto y descansaba en ese nicho del cementerio que, a pesar de estar a su nombre, alguien de la familia debe de seguir pagando...
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