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jueves, 9 de agosto de 2012

EL PERRO ESCALADOR


          

Perros y carteros han sido enemigos toda la vida. ¿Por qué?, se preguntará mucha gente. Yo tampoco podía comprender su agresiva actitud en contra de los carteros, hasta que un adiestrador de perros me lo explicó. Y tiene su lógica.
El perro lo único que hace es proteger y defender su territorio de los intrusos.
Y ¿qué hace el cartero? Meter la mano y tocar una parte de este territorio que defienden: el buzón.
Los perros no entienden por qué se les enseña a proteger aquella casa y todo lo que la rodea, y en cambio se les prohíbe atacar y morder a aquella persona que, día tras día, hace una incursión en su territorio, toca aquella caja que cuelga de la pared y se marcha tan campante. Según este especialista en perros, no se trata de nada relacionado con el color del uniforme, el ruido de la moto o el olor que pueda emanar el cartero. Todo se reduce a una simple cuestión de defensa territorial.
Así pues, tendré que aceptar su actitud como una cosa normal.
Lo que no puede ser normal de ninguna de las maneras es el comportamiento de alguno de estos perros. Os aseguro que son de lo más variopinto. 
A este le llamo el" perro escalador".
Como aquel que dice, ese perro y yo nos conocemos de toda la vida, puesto que cuando lo vi por primera vez no era más que una pequeña bola de pelo. Pero con el paso de los días, la bolita de pelo empezó a crecer y crecer hasta convertirse en un magnífico ejemplar de pastor alemán. De tamaño impresionante, al igual que sus colmillos...
Y su mal genio también creció y creció hasta convertirse en auténtico odio hacia mí.
Al principio, cuando solo era un cachorro, permitía que yo le acariciara y llegué a hacerme la ilusión de que llegaríamos a ser amigos. Pero no tardó en empezar a manifestar su oposición a que yo entrara en la finca o tocara aquel buzón.
La casa estaba rodeada de un gran jardín y un muro de considerable altura se extendía por todo su perímetro.
El buzón estaba perfectamente colocado, en el exterior de la finca, junto a la puerta exterior, en el punto ideal para poder meter el correo sin bajarme de la moto.
El perro estaba casi siempre suelto por la finca, tras el muro, sin poder alcanzarme. Tal vez fue por esto que no tardó en poner de manifestó que no le hacía demasiada gracia que yo me acercara a aquella finca sin poder hacerme nada, y así empezó a desarrollar su particular habilidad.
Al principio sólo ladraba y se contentaba con enseñarme los dientes, aunque en un tono no muy amigable que digamos. Cuando creció un poco más empezó a saltar detrás de la puerta y del muro, como queriendo salir a la calle y darme un buen mordisco, pero ese muro era demasiado alto para él, no lo podía saltar de ningún modo.
Y la cosa se fue complicando más y más, hasta el punto de que se me ponía la carne de gallina solo de verle ladrar, con todos los pelos del lomo de punta, escupiendo espuma por la boca, al tiempo que se ponía de pié sobre sus patas traseras y se apoyaba en el muro con las delanteras.
Cada día igual, y como no dejaba de crecer, cada día sobresalía un poco más por encima del muro. Hasta que me di cuenta de que, apoyado con las patas delanteras encima del muro, utilizaba las traseras para trepar e intentar alzarse y saltar al otro lado.
Por descontado que llamé la atención del dueño de la casa, pero me explicó que era imposible que el perro saliera de allí. Aquel muro tenía más de metro y medio de altura y el perro jamás lo saltaría.
Pero…
Un buen día, apoyándose en sus patas delanteras y trepando con las traseras, el perro consiguió escalar el muro. El susto que me llevé fue tremendo. Por suerte, y por otro incomprensible comportamiento de estos animales, cuando el perro estuvo fuera de su recinto se contentó con ladrarme y escupirme un montón de babas.
¿Quién dijo que era imposible que saltara aquel muro? Esos bichos, por tal de atacar al cartero, son capaces de cualquier cosa…
He conocido muchos perros y he visto muchos comportamientos extraordinarios. Pero nunca había conocido un perro escalador. Ya no puedo decirlo.
Ese día todo quedó en un gran susto. Pero desde entonces, antes de parar ante ese buzón, me aseguro de que el perro esté encerrado en la casa o atado en el patio. Y también me aseguro de llevar una gran piedra oculta en la moto, pero bien a mano, por si acaso… 

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